El texto que a continuaciòn reproducimos es un fragmento del libro La Historia y El
Cine escrito por el Licenciado en Filosofía y Letras por la Universidad de Zaragoza
Ricardo Ibars Fernández y la Licenciada en Historia por la Universidad de Zaragoza
Idoya Lòpez Soriano.
Las relaciones entre la Historia y el cine se remontan a los primeros tiempos
del arte cinematográfico.
Las razones para esa temprana y fecunda relación son varias. Por un lado son
razones similares a las que produjeron el auge de la novela histórica en el siglo XIX
durante el Romanticismo.La naturaleza del cine como espectáculo hizo que los
cineastas buscaran escenarios exóticos y alejados en el tiempo como una forma más
de atraer a los espectadores a las salas de exhibición.
Por otro lado, la realización de argumentos que transcurren en escenarios
remotos permite a los guionistas y directores plantear reflexiones filosóficas e incluso
morales relacionadas con el momento en el que están viviendo pero que al estar
situadas dentro de escenarios históricos adquieren un aire más ejemplarizante y
universal.
Ambos factores se conjugan, por ejemplo, en la película Intolerancia
(Intolerance,1916), de D. W. Griffith donde unos decorados suntuosos y carísimos
(especialmente en las escenas de la antigua Babilonia) estaban puestos al servicio de
un alegato defensivo contra las críticas que había recibido su anterior película El
nacimiento de una nación (Birth of a nation,1915).
Los escenarios históricos (la época de Cristo, la Francia de Carlos IX, la
antigua Babilonia) le sirven a Griffith para proponer la tesis de que la intolerancia que
él ha sufrido es el principal mal que ha sufrido la humanidad a lo largo de los siglos,
convirtiendo así, gracias a la utilización de la historia, un caso particular en algo
universal. No obstante, esa suntuosidad y aparatosidad de la puesta en escena no
evitaron que la película se convirtiera en un fracaso.
Por último, hay que tener en cuenta que el interés del cine por la Historia se
enmarca también dentro de un proceso de popularización de la Historia cuyo consumo
deja de ser exclusivo de las clases intelectuales para pasar a ser privilegio de las clases
obreras y populares.
Podemos ver a continuaciòn la pelìcula completa INTOLERANCIA de 1916 con
subtìtulos en español:
A este respecto, no hay que olvidar que muchas de las primeras
películas intentan reflejar las condiciones de vida de la clase trabajadora. De hecho,
no es casualidad que la primera película rodada por los hermanos Lumière esté
titulada Salida de los obreros de la fábrica de la que existen dos versiones, una en
1894 y 1895, película cuya influencia se dejará sentir incluso en España donde ya en
1897 Fructuoso Gelabert rueda Salida de los trabajadores de la fábrica España
Industrial.
Seguidamente veremos un fragmento de la pelìcula SALIDA DE LOS OBREROS
DE LA FABRICA de 1895:
Sin embargo, estas primeras muestras no deben hacernos olvidar que si bien el
cine era un arte “popular” los primeros discursos cinematográficos estaban
enunciados desde la perspectiva del poder ya que las productoras cinematográficas
estaban en manos burguesas.
La situación cambiará en los años 20 con la revolución rusa y las películas
soviéticas hechas para glorificar la revolución y donde las masas obreras se convierten
en los protagonistas de hecho.
A partir de los años 50, el desarrollo de la televisión y de los medios de
comunicación y de la industria del cine hace que se potencie la cultura de masas e
incrementa el interés de dicha industria por los temas históricos. Es la época, por
ejemplo de los grandes “epics” hollywoodienses.
A partir de los 60 y especialmente, después de Mayo del 68, las cuestiones de
la política internacional más reciente adquieren una especial relevancia en los medios
de comunicación (la guerra fría, las tensiones con la URSS, Vietnam, nuevos
movimientos sociales) y todo ese interés se traslada también al cine.
Otro factor que influye en el interés por reflejar la Historia en el cine,
especialmente la historia inmediata, son las políticas de la memoria y el interés que
tiene revisar y reflexionar acerca del pasado inmediato como consecuencia de haberse
producido un cambio social y/o político importante.
Como vemos, la relación entre el cine y la Historia ha sido larga pero no ha
estado exenta de polémica y debate.
- CINE E HISTORIA: EL DEBATE
Desde que el cine empezó a tratar argumentos históricos el tema ha estado
rodeado de polémica. A ese respecto, el primer gran escándalo que se recuerda quizás
sea el desatado a raíz del estreno en 1915 de El nacimiento de una nación debido a
la fuerte carga racista que impregna el argumento de la película y la interpretación
que hace de hechos como el nacimiento del Ku-klux-klan y de la causa sudista. La
manzana de la discordia estaba servida.
A continuaciòn veremos la pelìcula completa EL NACIMIENTO DE UNA NACIÒN:
Dicha polémica ha ido repitiéndose en determinadas ocasiones a raíz del
estreno de películas muy concretas y eso hasta fechas muy recientes. A este respecto
no está de más recordar la discusión suscitada hace unos años debido al gran éxito
comercial e internacional de La vida es bella (La vita è bella, 1997) del italiano
Roberto Benigni. Tras el estreno de la película en Cannes se alzaron diversas voces en
medios de comunicación como “Le Monde”, “Liberation”, “Telerama” o incluso la
prestigiosa “Cahiers du Cinéma” acusando a la película poco menos que de blasfema
por utilizar el tema del Holocausto para realizar una comedia.
Esta controversia recuerda también a la aparecida con ocasión del estreno de
Holocausto (Holocaust, Marvin J. Chomsky, 1978) cuando se planteó la cuestión de si
el cine da a conocer o trivializa la Historia.
En resumen, las preguntas planteadas por la utilización de la Historia en el
cine podrían resumirse de la siguiente manera:
1) ¿Hasta qué punto el cine permite entender la Historia seria? Esta
pregunta está asociada al tema del valor pedagógico del cine y su valor
como herramienta didáctica.
2) ¿Cuál es el valor histórico del cine? Esta pregunta se refiere a valor del
cine como documento o testimonio histórico.
3) ¿El cine refleja la historia o la deforma? Aquí entraríamos de lleno en
el tema del cine propagandístico y político.
Sin embargo, el debate que se crea con motivo de la emisión en 1978 de
Holocausto y de la encuesta realizada por Habermass por aquellas fechas está mal
planteado desde el principio. La cuestión fundamental no es si el cine falsea, trivializa
u obstaculiza la verdad histórica, puesto que el cine no es la “Historia”, sino sólo una
manifestación o testimonio de la misma o, incluso, una herramienta para conocer la
Historia. Y, como tal herramienta, debe ser sometida a un severo proceso de crítica al
igual que ocurre con las demás fuentes históricas. Hay que incidir no en “si” el cine
transmite la Historia sino en el “cómo” la transmite.
Es decir, el valor del cine para el conocimiento de la Historia depende de dos
factores:
1) La capacidad del espectador para entender la película e interpretarla como
una manifestación más de un momento histórico determinado así como su
capacidad para seleccionar y distinguir los elementos del argumento de
una película que realmente tiene valor histórico de aquellos que son
solamente dramáticos y que sólo sirven a la narración.
2) El uso crítico que el historiador haga del cine como herramienta para
enseñar Historia. Ese uso exige una capacidad crítica y de selección no sólo
de los elementos históricos del argumento sino también de los restantes
elementos que componen una película (guión, montaje, producción, etc.).
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