lunes, 17 de febrero de 2014

La virtualidad y el exterminio de la realidad según Baudrillard

Publicado por Luis Ramírez Eguiarte en ene 21, 2014 en http://www.paradigmas.mx/

Simulación, hiperrealidad, seducción, virtualidad. Estos conceptos se enuncian de manera recurrente en los numerosos textos del crítico francés Jean Baudrillard. La desesperación y el simulacro son algunas de las herramientas con las que este autor es capaz de deconstruir seductoras distopías. Su análisis se basaba en gestos y actos de subversión que no buscaban la verdad, sino mantener vivo un juego que después era derrumbado.
Para nuestro autor la mirada moderna se orientaba a la naturaleza, mientras que la mirada contemporánea se centra y se dirige hacia lo virtual, hacia todas las imágenes que existen en la llamada Iconósfera[1]. Lo virtual en nuestros días es uno de los recursos imprescindibles y más agotados de los medios masivos de comunicación y la sociedad de consumo, Baudrillard sostiene que estos han generado la desmaterialización de lo real, dando como resultado complejas estructuras de símbolos que impiden afirmar los hechos o eventos de la realidad resolviendo este problema con la simulación. El asesinato de la realidad se produce por un juego de apariencias entre los signos y lo material, como es el caso del sistema de  los objetos y su función basada en la adquisición de un significado colectivo y no del objeto en sí, ocurre lo mismo con la virtualidad y su relación con la comunicación, las ciencias y las artes.
La virtualidad es el resultado del proceso evolutivo del signo. Desde el punto de vista estructuralista, el signo puede definirse como una entidad que refiere a cualquier cosa o evento que podemos percibir con los sentidos y otorgarle un significado concreto, por lo tanto un sistema de signos permite cualquier forma de comunicación y lenguaje. La dinámica posmoderna llevó al signo a convertirlo en una categoría social del consumismo y el simulacro, Baudrillard define este proceso evolutivo como el fin de la comunicación, el lenguaje y la realidad.
“Lo mismo hacemos con el problema de la verdad o de la realidad de este mundo: lo hemos resuelto con la simulación técnica y con la profusión de imágenes en las que no hay nada que ver […] vivimos en un mundo en el que la más elevada función del signo es hacer desaparecer la realidad, y enmascarar al mismo tiempo esa desaparición.”[2]

El filósofo Régis Debray en su obra: Vida y muerte de la imagen narra la historia de la mirada en occidente, explicando que la imagen murió con el invento de la televisión a color en al año de 1968 dando comienzo a la edad de la mirada que él denomina Videosfera, esta etapa (en la que actualmente nos encontramos) se caracteriza por el uso de la virtualidad donde la televisión y los ordenadores proyectan una imagen que es inmaterial ya que sólo es una transmisión de ondas electromagnéticas y pixeles, incluso el cine y su imagen en movimiento pierde su plasticidad y desaparece con la era digital, convirtiendo la imagen en señales codificadas en ceros y unos. Es interesante la relación que existe por un lado con el asesinato de lo real y la muerte de la imagen o mejor dicho del signo visual, que argumenta Debray.
Lo mismo ha ocurrido con diferentes ámbitos de la sociedad y el crecimiento de las nuevas tecnologías destinadas al consumo y sobreproducción. En el arte los discursos contemporáneos muchas veces no tienen nada que decir; anteriormente la imagen, y por lo tanto las obras, fueron perdiendo su valor debido a la posibilidad de su reproducción técnica, ahora con la simulación es posible crear una obra de arte sin hacerla, el problema estético radica en la banalidad, en el vacío donde no existe posibilidad ni espacio para corporeizar.
Por otra parte, la micro ciencia ya no concentra su estudio en la naturaleza sino en las imágenes de partículas, células y genomas que son estudiados mediante su representación icónica por medio de ordenadores, contribuyendo de alguna manera a la virtualización y a la imposibilidad de definir su objeto y su sujeto.  Estos son algunos ejemplos de cómo la virtualidad pretende alcanzar el perfeccionamiento de la realidad. Las pantallas y ordenadores buscan mostrar el mundo en alta definición, esta paradoja es constante y más aún cuando se busca entender el fin de este inútil perfeccionamiento como ocurre con la realidad aumentada y su eyección radical; se procura alcanzar la hiperrealidad en todos los sentidos, con el tiempo real, el sonido de alta fidelidad, la pornografía, los lenguajes numéricos y la inteligencia artificial.
“Con la realidad virtual y todas sus consecuencias, hemos pasado al extremo de la técnica, a la técnica como fenómeno extremo. Más allá del final, ya no hay reversibilidad, ni huellas, ni siquiera nostalgia del mundo anterior.”[3]

Otro de los principales conceptos acuñados a la teoría de Baudrillard es la seducción. Los objetos y la realidad se rigen por la instauración de pasiones y  emociones establecidas; la seducción es aquí la estrategia y maniobra principal del juego en el que estamos inmersos. “La seducción es lo que sustrae al discurso su sentido y lo aparta de su verdad.”[4] Los procesos productivos centran sus actividades en este discurso que propone una ilusión radical que incluso puede ser más fuerte que la pasión, esta seducción se convierte en la relación social dominante. Lipovetzky la define como el principio de organización de las sociedades de la abundancia, que consiste en transformar lo real en una representación falsa que extiende la esfera de alienación y de la desposesión. Es así como nos acercamos más a la ilusión de lo real, a la individualización, a transformar códigos que acomplejan el sentido y la intención de lo que percibimos. La producción se encarga de hacer objetos y signos reales de los cuales obtiene algún beneficio o ganancia, mientras que la seducción lo único que produce es ilusión y de ahí es como obtiene la más elevada relación de poder.
“La estrategia de la seducción es la de la ilusión. Acecha a todo lo que tiende a confundirse con su propia realidad. Ahí hay un recurso de una fabulosa potencia”[5]
Más allá de la desilusión y la mirada apocalíptica que fácilmente podemos encontrar en sus teorías, el hecho a resaltar en Baudrillard es la búsqueda por demostrar la importancia de diferenciar los hechos de los signos, de llevar al sistema hacia sus propias contradicciones, proponiendo un aparato filosófico que se conforma como un ente transgresor que entra en el juego y acepta las reglas para después romperlas, seduce hasta crear una estructura inasible generando la insurrección de un virus, que se introduce en el pensamiento contemporáneo basado en las tecnologías de inmediatez e hiperrealidad.
Bibliografía.
Baudrillard Jean. El crimen perfecto. Anagrama.España.2009
Baudrillard Jean. De la seducción.Cátedra.España.2008
Debray Régis. Vida y muerte de la imagen.Historia de la mirada en Occidente.Paidos.España.1994
Gubern Román. Del bisonte a la realidad virtual. La escena y el laberinto.Anagrama.España.1996
Lipovetzky Gilles. La era del Vacío.Anagrama.España.2012
[1] En el texto de  Roman Gubern, Del bisonte a la realidad virtual, el término iconosfera se designa según Gilbert Cohen-Séat como el entorno imaginístico surgido del invento del cine y sus formas conexas o derivadas, constituyéndose principalmente en las sociedades industrializadas como el universo donde compiten y coexisten todas las imágenes.
[2]Baudrillard, El crimen perfecto, p 17
[3] Ibídem, p 53
[4] Baudrillard, De la seducción, p 55
[5] Ibídem, p 69


No hay comentarios:

Publicar un comentario